sábado, mayo 09, 2009
El milagro de la lluvia sobre el rostro. La calle sola. Las onomatopeyas del palpitar que se estrellan contra el cuerpo y luego indefectiblemente contra el suelo. Nunca habia visto un trueno color púrpura ni mis manos sujetándolo. Es tan hermoso caminar sola por Berlín con esta lluvia. Tan hermoso que la lluvia se en mi rostro algo que vibra.
jueves, mayo 07, 2009
"A la mujer femenina radikal no se le perdona que, siendo apetecible para el hombre por su aspecto, no sea accesible sexualmente. De ahí el mito de la calientapollas. De tanto llamármelo, lo he hecho mío. Tú eres responsable, por andar semidesnuda por ahí, de que todas las pollas que te vas cruzando por el camino se empalmen. Y, si no ayudas a esas pobres teledirigidas incontroladas pollas a descargarse, es que eres una mala puta.
Hace años juraba y perjuraba que yo me vestía de puta porque me daba la gana y totalmente al margen de lo que los hombres pensasen. Pero no es cierto, es imposible construirse al margen de la mirada masculina. Todas las perras con las que he hablado me han explicado como su puesta en escena ha ido adaptándose a sus necesidades de responder a la continua interpelación pública de los hombres."
Itziar Ziga. Devenir Perra.
Hace años juraba y perjuraba que yo me vestía de puta porque me daba la gana y totalmente al margen de lo que los hombres pensasen. Pero no es cierto, es imposible construirse al margen de la mirada masculina. Todas las perras con las que he hablado me han explicado como su puesta en escena ha ido adaptándose a sus necesidades de responder a la continua interpelación pública de los hombres."
Itziar Ziga. Devenir Perra.
miércoles, mayo 06, 2009
lunes, mayo 04, 2009
[...] las lesbianas no sólo transgreden el de subordinación del mandato histórico de subordinación a los masculino, sino que, al mismo tiempo, poseen la potencialidad de sanarse de la propia misoginia para resimbolizarse, no en función de otros, sino hacia sí mismas. [...] Dicha erótica contien la ruptura de los límites de lo femenino y la resistencia al proyecto heterosexual estabecido, rompiendo no sólo la misoginia, sino fundamentalmente la fidelidad de amor hacia los hombres.
Margarita Pisano. Una ventana para respirar. Pág. 265
Margarita Pisano. Una ventana para respirar. Pág. 265
Gambito de Rey
[...]
Qué decir de la Historia si es licencia poética
decir que se repite, que el incesante error
de los vencidos se repite, que el poder del Imperio se repite?
[...]
"Sabes lo que jugamos? preguntó el Negro
"Qué?" dije estúpidamente.
"Tu fe y tu futuro."
Utopía se cae, se cae.
[...]
Rodolfo Hinostroza. Contra Natura.
[Gracias C.]
[...]
Qué decir de la Historia si es licencia poética
decir que se repite, que el incesante error
de los vencidos se repite, que el poder del Imperio se repite?
[...]
"Sabes lo que jugamos? preguntó el Negro
"Qué?" dije estúpidamente.
"Tu fe y tu futuro."
Utopía se cae, se cae.
[...]
Rodolfo Hinostroza. Contra Natura.
[Gracias C.]
Volver al lugar de la infancia, al sitio que corta, mientras imagino a un par de niñas extrañas que sueñan una con la otra. La niña de la isla con la mirada dentro del estanque, la otra con la avidez de ver como un anguila logra transformrse en otro pez, uno cuyo destino no sea ni la inmovilidad ni el silencio, la voz de rayas diciendo: mira los datiles, mira como se cubren las calles de altura que se precipita y cae. Amarillo mira sus zapatos, botitas de talla pequeña hechas de charol resplandeciente, color rojo sangre. Amarillo piensa en la fuga y en el diminutivo de la fuga /hermanita/hermética, en sus ganas de no soltar la mano de la niña-isla, la niña que en su infancia era un niño escondidizo, la tentación de Amarillo como una luz al fondo que la estremece y la atravieza con la palabra heterosexualidad. Amarillo piensa que no puede enamorarse de un niño, eso no tiene sentido, eso contradice todo el teorema, Amarillo abre los enormes ojos y ve que la niña-isla-niño es una mujer que duerme y cierra los párpado como las aves. Amarillo se queda dormida pensando en que de nuevo tiene ocho años y la tentación de no quitarse nunca las botitas de sangre.
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